martes, 26 de agosto de 2014

BALANCE I

Han pasado ya casi tres años y aquí estoy intentando aún descubrir por qué y cómo aprender del pasado.
Bueno, realmente esto no es así. No quiero saber por qué, porque qué más da, ya no tiene arreglo y tampoco necesito aprender del pasado puesto que no creo que haya hecho nada que me pueda enseñar a seguir.
Lo que pasa es que los hijos se van haciendo mayores y ese papel de madre 24 horas ya no es necesario. Tengo más tiempo que nunca y si tengo que aprender algo es saber “cómo ocuparlo”.
Lo pongo ente comillas porque parece que hay que ocuparlo con cosas útiles, de las que aprender, vaya. Por ejemplo, ver esos magníficos documentales de la 2 que tanto nos enseñan, ver las noticias de la tele, estar al día de la actualidad nacional e internacional, leer y sacar el jugo de las libros y no solo entretenerme con ellos.
ESTO ES UN ESTRÉS.
Así es como parece que tienen que ser las cosas por un lado.
Por el otro, el típico, es volver a encontrar pareja para rehacer la vida, porque si no siempre pensará todo el mundo (a no ser que seas una mujer superinformada, profesional y culta) que te falta la otra parte.
Y digo yo, es verdad. Por mucho que la elocuencia que dan los informativos, las opiniones copiadas, la profesionalidad en el trabajo, la madre implicada...en fin todo eso, si mi propia opinión de mi es que no estoy completa, que necesito a un tío para poder ser alguien y presentarme públicamente arropada y segura, pues tengo un gran problema.
Eso es lo que pasa cuando no me he preparado para el fracaso, cuando he pensado que sería feliz y comería perdiz (reconozco que nunca he comido perdices, así que no tengo ni idea entonces de qué es la felicidad).
Pues en esas estamos (vaya estoy), averiguando o inventando o imaginando o yo que sé, qué demonios hacer para que esa “dependencia” que creo que tengo no me impida ver realmente lo importante.

Vaya rollo que he largado. Esto no es lo que había planeado escribir, pero bueno, es lo que ha salido y así se queda.