miércoles, 14 de mayo de 2014

EL REFUGIO

El refugio es el sitio donde una busca estar para sentirse tranquila, no a salvo, si no tranquila.
Un refugio normalmente suele ser un lugar, pero también puede ser un espacio de tiempo no haciendo nada, un libro, la música, el fútbol y hasta Internet con sus millones de blogs por ahí aportando sabiduría y conocimiento (esto último es en tono irónico).
Pues eso, esto que hago hoy y ahora es un refugio. ¿De qué me resguardo? Pues supongo que de la soledad y del paso del tiempo.

Cuando de pronto te ves sola, todo el mundo empieza a decir que a qué estás esperando para una nueva conquista y volver a empezar. A mi me da una pereza... (y eso que echo de menos el sexo), con lo de sitio que tengo ahora en el armario....

Reconozco que me estoy tomando mi tiempo porque parece que como pasa tan rápido hay que hacer las cosas con premura. Y digo yo, cuando uno es joven las hace con prisas porque es el estado natural de la edad, y ahora, en la madurez resulta que también hay que hacerlo todo lo antes posible porque ya no te queda el tiempo suficiente.

Yo ya no estoy para carreras. Si acaso estoy para “prontos”, para hacer las cosas en el momento, el típico “aquí te pillo, aquí te mato”, pero sin agobiarme porque aún no he hecho todo lo que a lo largo de una vida es imprescindible.

Así que en esas estamos hoy. Refugiándome al escribir estas palabras y mudándome dentro de un momento al de al lado que son los libros de mi hermosa mesita de noche.

RECOGIENDO LA COCINA

Recogiendo la cocina, limpiando la vitro, en el silencio de los ruidos habituales de terminar el día en un bloque de vecinos, me llegan las ideas y tengo la necesidad imperiosa, como si me estuviera meando de escribirlo, de no dejarlo dentro, de vaciarme.

Alguien me ha dicho que a partir de los cuarenta se suele dar una rebeldía parecida a la que se tiene en la adolescencia.
Parece ser que es algo que ocurre con más frecuencia de lo que se ha estudiado y simplemente se le ha llamado crisis de los cuarenta.
Yo que he tenido una adolescencia responsable, o al menos, así creo que la he vivido, (supongo que habría que preguntarle a mis padres) , creo que también estoy en esa fase.
Como no lo hice en mi juventud, ahora en plena madurez, necesito romper con lo que tengo y necesito además buscar lo nuevo, lo diferente, lo absurdo, lo no convencional, y ser irresponsable y reinventarme, y crearlo todo, hasta lo cotidiano.
Necesito hasta encontrar lo nuevo en lo viejo, mira si tengo fe.
No quiero proyectar sobre mis hijos mis frustraciones, mis miedos, ni quiero que sean o hagan lo que yo no pude o no quise hacer.
Siento que mi absurda adolescencia tardía puede aportarle a ellos y a mi un registro nuevo de cómo son las cosas. Y ellos que van a entrar en esa etapa y yo que estoy en ella, disfrutarla y sufrirla con la energía y alegría que mutuamente seamos capaces de absorber.
Ellos con su sentido del humor, con sus ganas de reír, con la vitalidad de sus cuerpos nuevos, formándose, y yo con mi sentido del humor, con mis ganas de reír y con mi cuerpo maduro, y mi mente impregnada de lo aprendido pero deseosa de descubrir nuevos aromas.
Necesito escribirlo igual que lo hacía de niña , sin reglas ni pretensiones. Sin querer que nadie me lea, ¿o si? Supongo que la vanidad me hace querer que alguien me lea porque si no sólo serían pensamientos que exigen salir de mi cabeza.
Lo escrito deja reflejado lo que somos ahora y al paso del tiempo. Quizá al releerme, pueda recordar por qué soy como soy, o no.