lunes, 4 de febrero de 2013

PIMIENTOS DEL PIQUILLO

Tengo unos pimientos del piquillo en el congelador dando vueltas desde hace más de un año. Creo que van con besamel por dentro o algo así. 
Los compré para ponerlos en una cena romántica o normal antes de la catástrofe. 
Cada vez que los veo me da cosa porque, no es que a mi me maten, pero como era para una cena entre los dos, pues...
Es lo que pasa con los congelados, que como aguantan tanto pues no entienden lo que pasa fuera de sus cajones.
Ya estoy logrando no tirar tanta comida, porque al principio, al hacer las raciones, pues no me acordaba y echaba lo de siempre. También ponía su cubierto, como dice la canción.
Lo peor es lo de la vitro. Él tenía verdadera obsesión porque estuviera bien limpia y brillante, así que cada vez que me tocaba a mi limpiarla (claro, no había nadie más), pues eso, era el peor momento del día.
Así que ahí me ves a mi, limpiándola como si estuviera picando cebolla.
Ya no, ya la tempo impoluta, más o menos, sin obsesionarme. Para colmo, al piso donde se ha ido la hornilla es de gas, así que de vez en cuando viene por la casa porque le entra el mono y me la limpia, me echa la bronca porque la cuchilla está gastadilla, protesta y se va.
No sé qué hacer con los pimientos, ¿se descongelan y ya está?
La verdad es que están bonitos en el congelador. ¡Destacan tan rojos entre tanta fiambrera!